lunes, 7 de enero de 2013

Y... ¡¿qué pasó?!

 La semana antepasada tuvimos una fiesta en el banco, con una gente de otra área con los cuales me llevo muy bien. Alex, mi última ilusión/obsesión, estuvo presente. Tomé demasiado supongo, porque bailé como una demente por toda a discoteca. Todo el Vocé me miraba como quien ve a una loca. Debo reconocer que Alex baila demasiado bien, la verdad ya nos estábamos gileando en la disco, desde que salimos a bailar y nadie nos veía. Nos acercamos en un perreo intenso y él se me acercaba demasiado a los labios, provocando lógicamente que me chorree de ganas de estamparlo contra un muro y violarlo.

 A todo esto, la gente que nos acompañaba nos miraba como extrañados. Sé que se dieron cuenta de nuestro flirteo, pero no me importa. Bailamos un poco más, y cuando se me volvió a acercar, lo besé. En realidad solo le di un pico pero fue el inicio de algo alucinante. Tomamos mucho más, seguíamos bailando y dándonos picos caletas escondidos de todos los demás. La verdad no esperaba terminar en un hotel de la avenida arequipa con aquel chico que pensé que sería diferente. No importa cómo quedé yo, porque soy soltera y eso de "la sociedad te califica de puta cuando haces cosas así" me importa un carajo; pero él definitivamente quedó como el peor conchasumare del territorio, porque engañó a la mujer a la que diariamente le dedica un post en el facebook, lleno de corazones y "te amo".

 Cuando estábamos en el hotel, hablamos de diferentes cosas y me confesó que no amaba a Laura, que no amaba a nadie y que por mí tampoco sentía nada (momento de pensar en el suicidio). Me aguanté las ganas de escupirle en la cara, y me senté. Me vestí y me volví a echar a su lado, y le dije que todo lo que había dicho ya lo había demostrado, y que era mejor que nos alejáramos, y él dijo que sí, sin titubear.

 Salimos del hotel, tomé un taxi a mi casa y hasta el día de hoy no supe de él, ni siquiera pasé por su oficina, ni comí en el comedor, ni salí de mi departamento, y todo para no tener que verlo. Pero, como dije, HASTA HOY. Acabo de verlo pasar, me llamó a un lado para hablar y me dijo que no quería que nadie se entere y que mejor hiciéramos de cuentas que nunca pasó nada. Me acerqué a él, y mirándolo a los ojos le pregunté ¿DE QUÉ ME HABLAS?. Me volteé, y seguí caminando.

 Si, Laurita, me tiré a tu flaco. Me das algo de pena, pero más pena me da él.